María Soliña

Después de ver (o mejor, admirar el blog de mi compatriota Eva en Vagalú www.vagalu.blogspot.com) decidí sumarme a la especie de fiebre que consume a los gallegos a hablar de su país. En el último mes, el de Eva es el cuarto blog ghalegho que visito, auque el de ella es, sin duda, el mejor.

Bueno, buscando y buscando, encontré referencias a María Soliño, pero ya que hay nuevos descubrimientos y yo tuve que investigar sobre ellos, aprovecho para soltaros el rollo sobre esta mujer de Cangas, que muestra la corrupción de la iglesia ya por el siglo XVII.

María Soliño (o Soliña) era una mujer canguesa que vivía prósperamente con su marido, Pedro Barba e hijos. Tenía derechos de presentación (podía escoger al sucesor y recibir ganancias de una determinada iglesia) en Moaña y Aldán; su marido tenía una especie de cooperativa de marineros y con la casa de piedra de dos plantas (todo un lujo en 1617) y los terrenos que poseían, eran de las familias no nobles más adineradas de la península del Morrazo.

Pero en 1617 un barco pirata turco desembarcó en Moaña, cerca del pueblo cangués y arrasó la zona, a la mañana siguiente se dirigieron a Cangas y allí dejaron 33 muertos, 74 prisioneros y 136 casas quemadas. Entre los muertos los familiares de María Soliño. Después de la masacre, los turcos se retiraron y el pueblo se sumió en la pobreza. Los nobles del lugar, que habían perdido cosechas y ganada, idearon una forma de volver a enriquecerse; se unieron al Santo Oficio (La Inquisición, básicamente) y se dedicaron a lo siguiente;

Acusaban a las mujeres más mayores de la zona de brujería para confiscar sus bienes y, después, las quemaban en la hoguera, tras torturarlas para que confesasen ser meigas. Este fue el caso de María Soliño, que visitaba la playa todas las noches, sola (de ahí lo se soliña). Esta fue la excusa perfecta para acusarla de “encontrarse con el diablo”, a los 70 años fue torturada hasta que reconoció que se reunía con el demonio en la playa y que bailaba desnuda con el para conjurar maldiciones en contra de la gente del pueblo. Tal y como quería el Santo Oficio, le requisaron sus posesiones y la soltaron, obligándola a llevar un hábito penitenciario durante seis meses.

No se sabe si vivió durante ese tiempo o si murió antes de cumplir la condena, no hay datos de ella a partir de esos hechos. Las leyendas populares la sitúan como una verdadera bruja, que se escondió y aún hoy sigue viva, entre nosotros.

Todos los datos acerca de la invasión son verdaderos, puesto que proceden de una carta enviada al rey para que ayudase a la reconstrucción del pueblo.